Aún en la necesidad, un pobre cuida la vida. ¿Por qué privilegiar a quienes no valoran la vida?

Hoy el presidente Alberto Fernández, anunció el envío al congreso, del proyecto de aborto. Llamado ligeramente “interrupción voluntaria”. Un sabido anuncio, aunque inoportuno. Por otras necesidades de la gente, y el momento que atraviesa el país. Un país sin reservas económicas, que quiere saldar la demanda electoralista de un minúsculo sector de la sociedad, para que el Estado se ocupe de sus libertinajes. (imagen ilustrativa web)


En vez de mejorar, la calidad de los centros de salud de todo un país; generar empleo o, evitar tanta pobreza de millones de hogares. Al parecer, otra promesa electoral no va a cumplir: el derecho de millones de jubilados, que verán rifados sus ingresos si modifican el sistema de sus pagos. Se evidencia que, los dos extremos de la vida humana, están siendo asechados en este escenario de la política nacional.

Aunque se digan cifras y datos, no oficiales, de muertes de mujeres por practicar la interrupción del embarazo, de modo clandestino, nada justifica hacer esta ley, en un estado argentino que rechaza mayoritariamente el aborto. 

La doble moral del presidente ya genera descontento en la gente. Hablar de la vida y mostrarse con el Papa es incoherente si luego, justifica sin piedad, que el Estado debe ocuparse de las mujeres que abortan. Es lamentable escucharlo.” Como parte de un mismo paquete -y con la clara intención de persuadir a los indecisos- Fernández también anunció el proyecto "de los 1000 días" que prevé una ayuda económica para la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad. El Presidente anticipó así los argumentos que esgrimirá el Gobierno para defender las iniciativas: que es una cuestión sanitaria y que "el Estado debe acompañar a las mujeres en sus proyectos de maternidad" pero también "cuidar la vida de quienes deciden interrumpir su embarazo".

Cultural e históricamente, somos una sociedad católica, por tanto las opiniones que ella emite son escuchadas y consideradas, por su búsqueda del diálogo permanente. Esta semana, la Conferencia Episcopal Argentina no dejó pasar la ocasión y se expresó. “Nos preocupa todo cuanto pueda alejarnos de este compromiso por la unidad a favor del bien común o que pueda acrecentar la brecha que nos divide. Las últimas noticias sobre la inminente introducción del proyecto de Ley de aborto al Congreso Nacional nos sorprenden tristemente porque desalientan la búsqueda del encuentro fraterno e imprescindible entre los argentinos”, señalaron.

Luego, recuerdan la última encíclica del Papa Francisco: “(...) en el fondo no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” –como los no nacidos-, o si “ya no sirven”- como los ancianos” (Fratelli Tutti Nº 18). Así como la dignidad de la vida y la promoción de los derechos humanos son conceptos centrales en una agenda auténticamente democrática, la situación general de la Salud Pública, planteada por esta dolorosa coyuntura, hace insostenible e inoportuno cualquier intento de presentar y discutir una ley de estas características. ” Indicaron.

La historia del Papa Juan Pablo II (*)

Muchos recordarán lo que salió a luz, sobre su vida familiar. Hace cien años, el 18 de mayo, Emilia Wojtyla dio a luz a su segundo hijo, Karol, después de un embarazo difícil y potencialmente mortal. El niño crecería y llegaría a ser conocido como San Juan Pablo II.
En un nuevo libro publicado en Polonia, Milena Kindziuk, describe cómo se aconsejó a la madre de San Juan Pablo II que abortara. 
A su madre, le recomendaron abortar porque ella corría riesgo de vida, sin embargo, Emilia Helena Szczepańska, su madre lo dio a luz un 18 de mayo de 1920, escuchando la canción de la Letanía de Loreto. Karol, un teniente del ejército polaco, y Emilia, maestra de escuela, se casaron en Cracovia el 10 de febrero de 1906. La pareja católica dio a luz a tres hijos: Edmund en 1906; Olga, quien murió poco después de su nacimiento; y Karol en 1920.
Antes de morir de un ataque cardíaco e insuficiencia hepática en 1929, Emilia era un eje básico de la fe en el hogar. En el momento de su muerte, el joven Karol Wojtyla estaba a un mes de su noveno cumpleaños.

Ese hombre llegó a ser el Papa Juan Pablo II, el amigo de los jóvenes y el peregrino de la paz por todo el mundo. ¡Vaya que vale la pena el amor de madre y la fortaleza, que da la fe para valorar la vida de ambos!
Había una frase en Argentina que tenía un sentido: "primero los niños". Aludía al futuro que podía tener ese niño, por tanto, ante cualquier situación el privilegio era para un niño/a. 
El pobre o carente material, tiene un gran corazón y aún en las necesidades, valora la vida. Da lo que poco que tiene a cualquiera. Y por sus hijos, daría la vida. Es bueno que el Estado los ayude, pero necesitan trabajo genuino.  Entonces, al ver este contexto en el cuál se mandó el proyecto de aborto al Congreso, uno se pregunta:  ¿Por qué privilegiar a quienes no aman la vida?





*(Varios extractos fueron de Aciprensa)

    

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