La muerte siempre es un misterio. Nadie sabe qué, hay más allá de ella. Pero tampoco, lograremos entender las muertes inocentes en los accidentes de tránsito. Sobre todo, aquellas en las que no encontramos explicaciones de lo sucedido. A pesar, de que puedan hacer conjeturas y pericias, nada explica lo que sucede cuando un asesino al volante se manda una maniobra letal: adelantarse en doble línea; cruzar un semáforo en rojo y más grave aún, conducir borracho. Inconsciente de todo daño que produce, en familias que se destruyen con su delincuencia.