¿Qué da una madre? Todo. ¿Hasta dónde soporta una madre? Hasta el infinito.

 Hoy escuché una reflexión interesante sobre este día de la madre. Imaginada en contextos humildes, donde la realidad no tiene dobleces  ni apariencias. Comparada con la economía, una madre es la mejor ministra: hace rendir lo poco que pueda tener, para que alcance el dinero. ¿Cuántas veces no tomamos sopa, cuando éramos niños? Se tomaba porque en hogares de muchos comensales, había que calmar el hambre y que alcance para todos.

Siguiendo con esa reflexión, decían que somos producto de un deseo o sueño que ellas tuvieron para nosotros. De ahí, que estamos vivos. Haciendo tal vez, aquello que ella deseaba para nosotros. Ahora, nosotros, ¿hemos preguntado eso, alguna vez a nuestras madres? La gran mayoría no lo hemos hecho. ¿Qué deseaba ella para nosotros, cuando estábamos en su vientre? La memoria agradecida, debiera ser una constante, hacia aquella que hizo muchas cosas en silencio, por nosotros. A veces, estas fechas sólo tienen el sentido comercial o la juntada tradicional de una comida y bebidas, sin advertir que con una sola palabra, podríamos colmar su corazón: ¡Gracias Mamá!

Las pasiones bajas afloran cuando el alcohol sube a la cabeza. Entonces, una reunión familiar puede descontrolarse por palabra hirientes, soberbias y justicieras. Tenemos más facilidades para abrir la cloaca mental que, sólo expresamos monosílabos para decir palabras positivas o agradables.

Finalmente, lo interesante de la vida es poder disfrutarla plenamente y en vida. Luego, las flores y el llanto, sólo serán desahogos. Además, el recuerdo y el pensamiento para alguien que ya no está con nosotros, lo podemos revivir en la mente y hacerla viva, en aquellas cosas diarias que aprendimos.

Por eso, hoy quería compartir estas palabras por el día de la madre. Yo no la tengo más conmigo. Partió a su paraíso y descanso eterno. Le estoy agradecido por todo lo que soy. 

Aunque no pude preguntarle demasiado, sé que me amó y cuidó siempre. Sé que dio lo poco que tenía, para que pueda estudiar. Me consta su sacrificado silencio y administración del hogar, donde éramos 6 comensales inquietos. Valoro el sostenimiento del rancho, junto a mi padre que su tiempo lo usaba para ganarse unos pesos. Me entristece y duele, su pronta y repentina muerte. 

A veces, la medicina no alcanza para salvar una vida. Esperaba un milagro, como ella pidió por mi cuando de niño, una pulmonía casi le quita el aliento de la maternidad. A ella, la muerte la llevó sin que pudiera ver sus retoños con frutos. Aunque, sintió que hizo todo y, que estábamos encaminados. En fin.... esa es la parte más intima del relato de hoy.

¡Feliz día madres!, son la razón de nuestra existencia y ojalá que, siempre podamos expresarles nuestro agradecimiento.



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